Acto auténticamente gozoso cuando se lleva a cabo con la mirada puesta en un horizonte infinitamente más amplio y relevante que la satisfacción de un individuo o un puñado de oficiantes, la crítica cinematográfica tiene la obligación —y para ser digna de llamarse así también debe tener la virtud— de aportar elementos para la reflexión en torno al fenómeno del cual es invariable deudor: el cine y, para el presente caso, el que se produce en México.
Ningún otro ha sido el propósito de la columna Cinexcusas, que desde finales del siglo pasado el autor de estas líneas mantiene en La Jornada Semanal, suplemento cultural del diario La Jornada, e idéntica intención anima el presente volumen, continuación de Cinexcusas I. Cine mexicano 1999-2009. Ambos libros, que en realidad son uno solo, versan en torno al contexto y algunos de los autores y los filmes de los que está hecho el cine mexicano de las más recientes dos décadas y media.
Cinexcusas II. Cine mexicano 2010-2022 busca la interlocución con un público que conoce, opina y, acaso, disfruta de una manifestación cultural irrenunciable, fuente y reflejo simultáneamente de nuestro múltiple rostro, con el propósito de contribuir, así sea brevemente, a su mejor asimilación.