El principio de incertidumbre es un término de Werner Heisenberg con el que se conoce en la física un atributo de la materia: a ciertos niveles subatómicos no es posible atestiguar ni medir un evento sin afectarlo por el mismo acto de la observación. La energía y la luz en esos niveles se comportan con una incertidumbre que no se puede superar. Si la forma última de la realidad es indeterminada e indeterminable en tanto estructura fiable, ¿no podría serlo también la forma de la poesía?
Esta nueva serie de poemas de Jorge Fernández Granados se desarrolla bajo este presupuesto con un verso indeterminado, un verso que no se limita a decir sólo en un sentido, sino que juega con las posibilidades que ofrece el sentido mismo dentro de él: un verso flexible, abierto, sin puntuación, en el que la variedad semántica se define por una decisión (acaso involuntaria) del observador/lector, que como en el átomo de Heinsenberg afecta lo observado con su mirada. El poema, así, depende del modo, de la velocidad, del momento de quien lo lee. Una forma sin forma en la que el lector deja su huella.
Pero Principio de incertidumbre es también la bitácora de un poeta en plenos poderes que alcanza con este libro un timbre de mayor alcance moral y de más alto vuelo estético. Su recorrido abarca desde una baraja de identidades –a manera de lotería de la idiosincrasia– hasta el desafiante territorio de la nostalgia, pasando por sucesos y fechas que ya son marcas (porque son heridas) generacionales. Todo ello cifrado en poemas de diversos registros que se dejan leer como si desgranaran naturalmente frente a los ojos su propia indefinición.
La obra de Jorge Fernández Granados es ya un fruto maduro y deslumbrante en el árbol de la poesía mexicana.