La autora nos presenta a un pintor, José Juárez, que estableció modelos para visualizar las experiencias religiosas y la relación de los individuos con las imágenes. Una revisión de esta práctica desde el oficio de la pintura ofrece claves de trascendencia para la comprensión del periodo virreinal. El incansable peregrinar de la doctora Sigaut por pueblos michoacanos le dieron la posibilidad de reflexionar sobre el orante, sobre la imagen ante la cual se practica la oración y la dinámica que se establece entre ambos. De esa observación, así como de las reflexiones que genera una lectura cotidiana y vital, surge la aguda reflexión acerca de la relación entre hombres y santos, entre razón y fe, dogmas y creencias, materializados en luz y color, recursos plásticos y discursos religiosos que hacen de este trabajo una singular aportación a la historia del arte.
