En la década de 1860 surgió en París un estilo de pintura que cuestionaba fundamentalmente los conceptos artísticos que habían prevalecido en las academias hasta entonces. Los artistas impresionistas, como Monet, Renoir y Degas, se centraron ahora en su impresión del momento, que se plasmó en pinturas que representaban el estado de ánimo y la luz en ciertos momentos del día y de la estación, así como en instantáneas de la vida moderna. Este nuevo tipo de visión artística del mundo se extendió a otros países de Europa y a Estados Unidos, que, a su vez, produjeron varios pintores impresionistas. Con más de 450 obras, el impresionismo presenta una visión general de las pinturas impresionistas más importantes.