Toda antología poética es, en mayor o menor grado, una propuesta arbitraria de lectura, aun si el antólogo no parte de su exclusivo gusto y considera otros elementos dignos de ser tomados en cuenta como el parámetro de la calidad que todo lector merece, en el entendido de que leer poesía es también un acto creativo. Pero apenas hemos dicho esto y nos sale al paso “Carta al viajero”, la antología personal, con la cual Jorge Luis Darcy, quiere, desea, que el lector lo conozca o lo relea, y que aun en la idea de privilegiar la calidad en el ejercicio más “objetivo” que puede hacer desde la subjetividad como autor, echa mano también de otros elementos, entre los que están el gusto, por supuesto, y no en menor medida el sentimiento, la emoción, la sinceridad, la inclinación especial por ciertos textos, en verso y en prosa, con los que más se identifica.
Identificarse es conocerse, o tratar de hacerlo, porque, después de todo, la persona más cercana a uno es uno mismo. Si la poesía es, para decirlo con el autor, “éxtasis del signo” y “la llanura ardiendo en la que toda verdad/ lava su herida”, queda claro que, como alguna vez lo dijo Paul Auster, todos los escritores, y aun los lectores, provenimos de una herida no resuelta. La poesía no promete el cielo, ciertamente, y ni siquiera un jardín de rosas, pero no tiene opción en el hecho de cuestionar lo establecido, pues, si no lo hiciera, ningún sentido tendría escribir y aun leer. En una cuarteta de feliz paradoja cioranesca, Jorge Luis Darcy enuncia: “Si en este momento/ aprendiera el oficio/ y encontrara la verdad/ no estaría tan seguro”. En efecto, el poeta sabe más de las preguntas que de las respuestas; de otro modo, la poesía podría ciertamente prometer el cielo y establecer verdades.
Poeta culto y sapiencial, Jorge Luis Darcy haría suyas las palabras de Borges: “ni siquiera estamos seguros de que Dios no exista”. Lo que existe es el signo y su éxtasis que, con no poca subjetividad llamamos “poesía”. El lector que se acerque a estas páginas y las lea sabrá de lo que hablo.
Juan Domingo Argüelles