A la poesía, como a la mítica Roma, se puede llegar por diversos caminos, pues ella es la ciudad de las mil puertas. Plaza cercada de accesos, se vuelve inexpugnable por la evasividad de sus límites; así que para penetrar en ella no es tan importante el camino como la disposición, el instinto, el sentido de orientación del caminante.
Muchos pueden andar hacia la ciudad, pero únicamente los dotados con la gracia del girasol sabrán hallar la puerta salvadora.
Jorge Luis Darcy ha hecho su jornada. Ha encontrado la puerta de la revelación descifrando las señas dejadas por caminantes. Se ha guiado por la voz de los que ya están dentro.