El 18 de septiembre de 1874 salió de la ciudad de México un grupo de científicos que buscaban cumplir con una misión inédita en la historia de México: desplazarse al continente asiático para observar el tránsito de Venus por el sol. Éste es uno de los fenómenos más estudiados por los astrónomos, sobre todo, los de los siglos XVII y XVIII, quienes lo consideraban inestimable para determinar la paralaje, es decir, la distancia real que existía entre la Tierra y el Sol. La comisión Astronómica Mexicana estaba conformada por Francisco Díaz Covarrubias, Francisco Jiménez, Manuel Fernández Leal, Agustín Barroso y Francisco Bulnes.
El texto que el lector tiene en sus manos relata las peripecias del viaje que llevó a la Comisión a instalar su observatorio en Japón, así como los riesgos que enfrentaron dado el escaso tiempo de que disponían para llegar al punto de observación, los precarios instrumentos de que se valían y los escasos fondos monetarios para la empresa.