Este pequeño libro se fue escribiendo en la confluencia de recuerdos evocados por distintas personas en las más diversas circunstancias. La vida de los protagonistas no puede ser más disímil y sin embargo los unió una cálida aunque efímera amistad. Josefina, pintora desde los cinco años, hija de un emigrante español que llegó a México a probar fortuna y la hizo, es una mujer que valora ante todo el renacimiento italiano y especialmente a Leonardo da Vinci; León Davidovich, víctima de la persecución estalinista, llegó a nuestro país como refugiado político y su vida, hasta el día de su trágica muerte, estuvo dedicada a la revolución socialista. La historia de cada uno sigue cursos muy distintos, pero al conocerse surge entre ellos una mutua simpatía y admiración que los llevó a cultivar una breve amistad interrumpida por la funesta muerte de él. Setenta años después de su asesinato en Coyoacán, Josefina Albisua rememora los encuentros con León Davidovich, Natalia Sedova y Jean Van Heigenoort, a quienes frecuentó durante un tiempo, acompañada de su hermana Esperanza. Esta historia la había venido contando Pepita durante décadas en la ciudad de Puebla sin que nadie le hubiera prestado la debida atención. Yo le agradezco haber compartido conmigo tantas tardes de interesantes y divertidas conversaciones en las que encontré la motivación suficiente para reconstruir esta pequeña historia.