DELGADO PARRA, CONCEPCIÓN; SERMEÑO QUEZADA, ÁNGEL; ARAGÓN RIVERA, ÁLVARO (COORDS.)
Las democracias reales arrastran consigo un nudo problemático: agravios históricos no resarcidos que se replican y multiplican en la experiencia de las injusticias presentes. Se trata de una condición paradojal en la que conviven un conjunto de logros obtenidos a través de las luchas históricas, materializados en el avance de derechos y el desarrollo científico-tecnológico, que se entrecruzan con prácticas irracionales expresadas en crímenes, violencia y barbarie dirigidas contra los propios seres humanos. La ley de número sobre la que se afirman los principios de la democracia moderna terminó por edificar una forma de gobernabilidad simplista de la pluralidad social, un tipo medio de votante, un modo trivial de llevar a cabo un programa de gobierno y una justicia normativa y procedimental que olvida la injusticia. Se trata del olvido de los “sin nombre”, de los vencidos. La justicia moderna, adosada a las democracias contemporáneas, se inscribe en la confusión que identifica justicia con igualdad e injusticia con desigualdad. Este falso dilema omite que la igualdad es la respuesta a la desigualdad material, no a la injusticia. En este sentido, el origen de la justicia se sitúa en la experiencia de la injusticia. De ahí, la importancia del papel de la memoria y la imaginación en la reparación de agravios históricos e injusticias presentes. En este punto se inscribe el debate sobre las derivas que atraviesan a las democracias reales, en torno al cual se teje el contenido del presente libro colectivo.