En las primeras décadas del siglo XX, Guillermo Rodríguez Morales, explorador y fotógrafo, recorrió amplias zonas del Estado de Puebla, caminó por las calles de sus pueblos, visitó templos y conventos, ascendió las cumbres más altas y descendió a las barrancas más agrestes y profundas.
Con mirada de artista, a través de su cámara estereoscópica captó por igual paisajes ya inexistentes en la cima de los volcanes que la voluptuosidad de los ríos y cascadas de la Sierra Norte o la mágica mirada de las etnias locales. Quede este volumen como un testimonio de las riquezas del territorio poblano eternizadas al conjuro de una lente fotográfica.