Historias singularísimas, íntimas, y no obstante atravesadas una y otra vez por la política y lo político: la guerra fría, las ortodoxias del izquierdismo mexicano de los setenta, la migración al norte en busca de trabajo, la destrucción de las Torres Gemelas, los trastornos alimenticios y las disputas por la dignidad del cuerpo.
Como Manuel Chávez Nogales con el torero Juan Belmonte, Gabriel Wolfson trabaja y retrabaja los textos; los corrige, altera cadenas verbales, los trae de vuelta para borrarse como autor y en cambio conservar la voz del interlocutor para melancólicamente simular la vida que esa voz encarnó al tener lugar.
Pero aquí no hay celebridades. Las tres historias, cobijadas por el verso de Diana Garza Islas que da título al libro, desgranadas en su origen bajo la forma de entrevista, encuentran un imposible imán en Puebla y Cholula, aunque sus destinos no escritos terminen disgregándose, como pasa siempre.
A la memoria de Oscar López Hernánez.