Esquinca explora con gran fuerza y sensibilidad diversos temas que atañen a distintas culturas y contextos. Dolmen, por ejemplo, se vale de la figura de los perros para reflejar la brutalidad de los cadáveres, dolorosa realidad. Por otro lado, el poema que da título al libro acompaña a una madre adolorida por la pérdida de su hijo, presentando la figura de una bailarina. “Escribo ahora con la convicción de que no hay imposibles para la poesía. Ningún tema es tabú. [...] Sin preocuparme demasiado por el estilo, dejo que el poema dicte su forma y establezca su camino. He aprendido, entre otras cosas, a escucharlo”.