En la isla de bobos, Ana García Bergua se remonta a las décadas pre y posrevolucionarias para reanimar una extraña tragedia olvidada y marginal. La novela se basa en un suceso real acontecido en la isla de Clipperton, un atolón coralino que se localiza en el pacífico mexicano, frente a las costas de Michoacán y es hoy dominio francés. Porfirio Díaz rechazó las pretensiones francesas sobre la isla y la reivindicó para México: la compañía británica de las islas del pacífico adquirió del gobierno mexicano los derechos de explotación de los depósitos de guano de la isla y construyó allí un asentamiento minero. A causa de las luchas revolucionarias, el destacamento militar que guardaba las islas y los escasos civiles que allí había fueron totalmente abandonados y suspendido su periódico abasto del continente. De escorbuto o de inanición murieron todos los varones excepto uno, quien se dedican abusar de las mujeres de la isla hasta que, milagrosamente, fueron rescatadas.
Isla de bobos muestra el exceso de celo patriótico que ilumina uno de los protagonistas de aquella historia: el capitán del ejército federal Raúl Soulier, quien destacado a la remota e inhóspita isla de K, para prevenir cualquier intervención extranjera, se traslada allá con su esposa, también dispuesta a cumplir una alta misión y a consumar su idilio en esa especie de anti paraíso. Y allí permanecen ambos, hasta las últimas consecuencias, como fervientes siervos del honor y del amor. Si algo caracteriza la escritura de Ana García Bergua es la ligereza de su trazo, la tersura de una prosa transparente que progresa con naturalidad y aparente sencillez, para desplegar los sentimientos, motivaciones, aspiraciones y, también, tonterías o errores que guían a sus protagonistas. Empleando sus instrumentos como en sordina la autora logra un relato complejo y conmovedor, a la vez una novela histórica de notable fidelidad y una enorme novela de amor.