Cuando se habla de multipolaridad en esta obra, debe advertirse también al público, la imperiosa necesidad de descontextualizarse de lo establecido, de apartarse de los polos que existen en la interpretación del arte: el continuo vaivén entre el mensaje de la obra y la recepción del lector. Jorge Márquez juega continuamente con su receptor, haciéndole creer que leerá un poema independiente del resto de la obra y que podrá ser comparado con su representación pictórica en el reverso; ninguna de estas sucede.
La valentía de Márquez nos inmiscuye en un revolucionario conjunto de versos, que nunca deja para la página siguiente la elaboración del suspenso, la personificación del asombro y el desconcierto que genera la armonía de una obra poética inspirada en pinturas invisibles.