Cuatro extrañas mujeres recorrieron la colina del cerro de Guadalupe en la noche del 5 de mayo de 1862. Acompañadas por un anciano mozo y dos caballos, rebuscaron entre el silencio mortal y los quejidos de los moribundos. La sangriente batalla librada por el Ejército de oriente comandado por el general Ignacio Zaragoza y las huestes de Napoleón III a cargo del general Charles Ferdinand latrille, conde de Lorencez, anunció el inicio de una historia fascinante.