La lectura de esros poemas atrapa de inmediato por la fuerza de sus versos y una metáfora no metafórica, llena de las realidades de como hijas vivimos: en aquel lugar subterraneo, claustrofobico y -a la vez- elmismo de los bailes, las risas, los pasteles recién horneados.
Donde plantea las relaciones finales, en su eterna dicotomía entre el amor y el odio, lo que debió ser y no es, también lo quitado y lo nunca dado, lo que se pierde y no se acepta.
Lo que duele dentro.