En este libro deslumbrante, David Huerta recorre todo el teclado –del Lezama más hermético al Neruda más cotidiano–, y todo lo pone en duda con su voz genial, descompuesta y descoyuntada. El poeta lo absorbe todo, lo dice, lo traduce, lo traslada todo a la poesía. Este libro es, al mismo tiempo, una ética poética, una filosofía del conocimiento, una reflexión sobre los desquiciamientos de la percepción, una, o más bien muchas teorías poéticas, crípticas unas, otras que se burlan de sí, otras completamente inesperadas. Es también, y a cada paso, una parábola sobre la palabra, sus misterios y sus milagros, y una genealogía y una arqueología del pensamiento.