David Huerta (1949-2022) ejerció con intensa madurez un oficio que no distingue entre las cuitas de la vida y las citas del arte, entre las grandes palabras de los especialistas y las pequeñas de nuestra especie, y cuyas décadas pasan con la velocidad de un corte de verso o un salto de página. Huerta es un poeta que decidió acercarse "a ver el corazón de estas materias" sin perder jamás su "sonrisa de animal joven". Estas páginas, que recogen medio siglo de escritura, de El jardín de la luz (1972) a El viento en el andén (2022), pasando por Versión (1978), Incurable (1987) y El cristal en la playa (2019), son la mejor introducción a la obra de uno de los poetas mayores de nuestra lengua.
Como José Lezama Lima, que de Muerte de Narciso a Fragmentos a su imán se expresó con una voz única, David Huerta lo hizo con una voz que no se parecía a ninguna en nuestra poesía. Tal como ocurre con los grandes compositores y los grandes intérpretes, su música y su instrumento tendrán siempre un sonido inconfundible.