Este libro compendia un conjunto de textos que nos lleva de la mano al siglo XIX. Exactamente a los albores del estado mexicano, cuando aún dilucidaban las dudas sobre el futuro nacional y al momento en el cual, al fragor de los discursos se enarbolaban las armas para defenderlos. Republicanos, centralistas, liberales, monárquicos, puros, moderados, federalistas, conservadores, eran los adjetivos que sustituyeron los adjetivos de pertenencia a alguna casta: español, mestizo, criollo, castizo, zambo, morisco, albino, saltapatrás, coyote, cambujo o campamulato. Los epítetos que se lanzaban o con los que se autoreferenciaban los nuevos mexicanos marcaban una distancia insalvable con el pasado, pues dejaban atrás su calidad novohispana y en las más difíciles circunstancias construían y seguían pensando en lo creían sería una nueva nación.
En gran parte, Ignacio Ramírez e Ignacio Manuel Altamirano con la síntesis del pensamiento liberal en México. Fueron la expresión más nítida de esa generación de intelectuales brillantes del liberalismo mexicano que supieron darle forma y caracterización a un país. Son los verdaderos creadores del estado y la nación. Le dieron alma a una nación que estaba desgarrada, con sus letras fueron los artífices de una utopía que no cuajó. Pero que queda como una guía para andar el camino o como plano para construir el edificio social. Son también la expresión de crear un país, de ser los parteros de la historia, de ser los que logran la independencia política al promover una ruptura radical con el orden colonial. Ramírez y Altamirano son los intelectuales que tienen como fin último darle sentido a la patria, tratando de contextualizar las tesis liberales que venían del exterior pero dándole un sentido propio, en el trasplante buscaron enraizarlas con ese ser histórico nacional que aún no hemos comprendido a cabalidad.