El diagnóstico de cáncer es profundamente perturbador —y no es para menos—. Sin embargo, también puede contener, desde una perspectiva inusual, valiosas lecciones de vida capaces de abrir nuestro corazón a una verdad que a veces olvidamos (inmersos en un mundo demandante y acelerado), que habita en nuestro interior: nuestra fuente de vida.