Y LOS PECES SALIERON A COMBATIR CONTRA LOS HOMBRES

Y LOS PECES SALIERON A COMBATIR CONTRA LOS HOMBRES

Editorial:
PASO DE GATO
Año de edición:
Materia
Teatro
ISBN:
978-607-8092-20-8
Páginas:
25
Encuadernación:
Grapado
Colección:
Cuadernos de Dramaturgia Internacional
$ 40.00
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Los peces, con ojos de hombre -de negro o de indígena, da igual— medran en la periferia. Son esa presencia oscura, indeseable, al margen del lenguaje —del lado del balbuceo y del alarido— que soñó con ser hombre en un mundo que se derrumba. Quisieron ser hombres y ahora son la amenaza. Tal es la visión de Angélica Liddell, aguda poetisa de la locxura contemporánea. El suyo es un canto que delata que la nuestra —la global— es una comunidad de salvajes. Todos nuestros constructos atentan contra el grupo. Lo envenenan. Lo desintegran. ¿Quién querría ser parte de una sociedad que ha sabido adecuarse al simulacro, capaz de espectacularizar un bombardeo, de transformar una hambruna en campaña publicitaria, o de ignorar el hambre y la degradación de millones? Los negros —y los indios, y otras comunidades incómodas— se vuelven peces —se animalizan— y esos animales, desde su liminalia, habrían de levantarse contra el hombre, destruirlo todo y recomenzar. Los peces habrían de tomar venganza por su exclusión. Restablecer el orden de un mundo en el que no hay suficiente champaña para todos. Liddell no miente cuando sostiene que esta obra —y quizá la suma de su producción— es profundamente antisocial. Lo suyo —su literatura, su performancia— es un lúcido atentado contra la ordenada indiferencia de la costumbre. Lo suyo, lo de Liddell, es suicidar al lenguaje, sacrificar el espectáculo. Lo suyo, lo suyo, es la demolición.
Édgar Chías.

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