Parodiando a un título de Verne, y los peligros gastronómicos que tuvo que pasar su personaje, Phileas Fogg, a través del mundo, Omar de la Cadena ofrece una vuelta a la mesa a partir de ochenta libros de la literatura universal. No se trata de una simple mención, por ejemplo, de la comida doctrinal que desayunó don Alonso Quijano (o Quezada), ni del postre mágico que merendó Alicia, ni de la bebida aristocrática que degustó Papá Goriot; entre los múltiples platillos, tentempiés, y aperitivos que se zamparon los más diversos personajes de nuestra memoria literaria y práctica cultural. En esta obra, su autor hace un análisis profundo del por qué y para qué los personajes requirieron de cada comida, postre y bebida para su nutrimento; ya no digamos físico y mental, sino espiritual.
Se trata de una serie de sesudas reflexiones sobre los alimentos que los más diversos protagonistas requirieron para su deglución, durante las tramas más adversas y diversas; dado que descubre cómo estos le permitieron comprender un poco más a cada una de estas obras literarias; aunque le hicieran salivar impunemente, más de una vez.
“La importancia de los textos, subtextos, y contextos gastronómicos en la literatura universal”
Tiro al blanco
Jorge G. Medrano