La crítica afirma que esta novela es la parteaguas en la obra de Gardea. Se pierde definitivamente el interés por lo que se cuenta. La historia se puede resumir en que un aprendiz de brujo (Tolinga) le roba una cucharilla al vagabundo Sóbol. Éste planea con sus cómplices matar a su enemigo. El lenguaje se hace oscuro, se pierde la clara distinción entre lo literal y lo metafórico. Las descripciones de las acciones se alargan y saturan con descripciones de ambientes, efectos de luz y emociones de los personajes.