Desde que el filósofo y sociólogo alemán Hans Albert publicó su Tratado sobre la razón crítica (1968) resultó evidente que el racionalismo crítico, la tendencia filosófica inaugurada por Karl R. Popper, se desarrollaba con brillantez y extendía el entramado filosófico popperiano a nuevos ámbitos de entre los que la ética y la teología eran los más llamativos.