En estos dos ensayos, Sanchis Sinisterra escribe sobre la relación que han de tener, hoy, el aspecto literario y escénico de la obra teatral.
El primero es una reflexión que “devuelve al espectador su función creativa”; en el segundo propone “configurar [...] una estructura de efectos que vaya transformando a un hipotético espectador real en alguien capaz de articularse con los procesos de significación y emoción que en el texto se van diseñando”.