Al definir la revolución como un orden simbólico, los procesos de modernización y cambio que implicaron la ruptura del ritual político y los atentados contra el "texto mítico" (el ideario revolucionario) -a los que la autora denomina procesos de desacralización- se presentan como esquemas interpretativos, que permiten entender y explicar la crisis política y la emergencia de la violencia en los noventa, como crisis simbólica.
Si bien centrado en el México del siglo XX, la lectura del análisis simbólico del sistema político mexicano, no sólo resulta una aventura fascinante, sino que invita e induce a la comparación con otros procesos políticos nacionales, que también pueden ser interpretados en términos de mito, ritual y procesos de sacralización, incluso más allá de nuestra América indo mestiza, en los países centrales. Lo que confirmaría el pronóstico con el que Laura Collin concluye el texto: finalmente, el mundo globalizado, hiper-comunicado, cibernetizado sigue arrastrando al mito, al ritual y a la sacralización como herencias irrenunciables.