Al borrar los límites que separan a la "neurobiología" y la "sociopatía", el daño cerebral tiende asimismo a difuminar las fronteras entre la historia y la naturaleza. Al mismo tiempo, revela que la opresión política hoy en día asume el disfraz de un choque traumático desprovisto de toda justificación. Estamos tratando, entonces, con una extraña mezcla entre naturaleza y política, en donde la política toma la apariencia de la naturaleza, y ésta última desaparece para asumir la máscara de la política.