La muerte de Artemio Cruz, novela de 1962 de Carlos Fuentes, es una visión panorámica de la historia del México contemporáneo tal como la rememora un industrial y político agonizante.
Un clásico de la literatura mexicana del siglo XX, que es a su vez una audaz exploración de las posibilidades de representación en la literatura, a través de la superposición de niveles de tiempo, espacio y consciencia narrativos.
En su lecho de muerte, durante su último medio día, el anciano y enfermo Artemio Cruz recuerda: no siempre fue ese triste saco de huesos y fermentos corporales; alguna vez fue joven, osado, vigoroso. Y tuvo ideales, sueños, fe. Para defender todo eso, incluso combatió en una revolución. Más la rapiña, la codicia y la corrupción extinguieron su fuego y aniquilaron su esperanza. Tal vez por ello perdió a la única mujer que de verdad lo amó.
Una reflexión sobre el México surgido de la Revolución Mexicana, pero también de cuestiones tan universales y permanentes como la soledad, el poder o el desamor.
Las revoluciones las hacen los hombres de carne y hueso y no los santos, y todas acaban por crear una nueva casta privilegiada...
La crítica ha opinado:
"Excepcional, tanto en su forma de abarcar todo el espectro humano como en la sátira corrosiva y el diálogo mordaz" -The New York Times Book Review-
"Sin duda Carlos Fuentes es uno de los más importantes gestores de la transformación sufrida por la novela hispanoamericana en los últimos años, y La muerte de Artemio Cruz una de sus obras más conocidas. Plantea con intensidad (...) la necesidad de representar una realidad que ya no se presenta a la mente perceptora de manera unívoca, clara, concreta, mensurable en sus leyes de causalidad; por el contrario, todo esfuerzo de captación obliga a imaginarla en diversos estratos, cuyo contenido y contornos de deslinde no son siempre determinables con exactitud." -Hernán Vidal-
"Carlos Fuentes organizó esta novela en trece capítulos. En esas escalas, como si fuera un trío de jazz, leemos -escuchamos- un ensamble a contratiempo que va y viene por la mente de un moribundo (...) Con esa estructura no convencional, la historia fluye -por distintas fugas- a través de seis décadas del siglo XX mexicano. Desde el rural novecento y hasta la más cosmopolita década de los años sesenta, vemos a Artemio Cruz exhibiendo, a semejanza de algunos de nuestros connacionales públicos, a un tipo que va en un ascenso público constante, pero con una historia interna desintegrada" -Antonio Valle, La Jornada-