El 1 de julio de 2018 México experimentó un cambio trascendental en su historia contemporánea al transitar del modelo de desarrollo neoliberal ejercido durante más de cuatro décadas al sistema de gobernabilidad de la izquierda nacionalista. En la versión del nuevo gobierno dicha mutación intentó producir una nueva etapa de desarrollo en la historia moderna de la República equivalente a los grandes saltos civilizatorios que se introdujeron en el país con los movimientos de la Independencia en 1810, la Reforma en 1857 y la Revolución en 1910, para construir de 2018 a 2024 la epopéyica “Cuarta Transformación” de México.
A diferencia de las profundas evoluciones anteriores que se dieron en los últimos 200 años del devenir del país con rasgos violentos, anárquicos, cruentos y muy costosos; la “revolución” político-electoral que se produjo en 2018 se distinguió por ser pacifica, ordenada e institucional. Con ello, se pretendió inaugurar un nuevo ciclo histórico caracterizado por la conducción de la política y del Estado sobre la economía de mercado y los grupos fácticos de presión aspirando forjar no sólo una modificación del gobierno, sino fundar un cambio de régimen en el tercer milenio.
Para explicar por qué aconteció este eminente capítulo sui géneris del devenir mexicano no es suficiente considerar que éste fenómeno se debió a la frustración, marginación, enojo o “mal humor” acumulado en la población durante muchos años, sino para comprenderlo con profundidad es fundamental desentrañar desde la “óptica totalizadora” de análisis de las ciencias sociales el conjunto de factores estructurales, especialmente comunicativos, que intervinieron para generar dicha transformación radical de la comunidad mexicana. Sin embargo, además de entender las causas profundas que motivaron este notable acontecimiento histórico-político, también es indispensable reflexionar si dicha mudanza estructural creará nuevas bases reales para consolidar una nueva metamorfosis de la nación que permita alcanzar el beneficio justo y equilibrado de todos los sectores, o sólo producirá una simple restructuración epidérmica del sistema de poder para facilitar que otra nueva fracción política envuelta en una narrativa de izquierda populista, se coloque en la jefatura del Estado para usufructuar en su beneficio, el manejo de la gobernabilidad de la República y repetir los vicios del pasado.