Interpretar a Ginsberg no es fácil. No es sencillo trasladar al castellano sus atmósferas, sus ritmos, sus imágenes, sus frases dolientes y desconsoladas, violentas y frenéticas, tristes y melancólicas. Sin embargo, la pasión y la paciencia de José Vicente Anaya nos han entregado un Aullido y un Kaddish elocuentes, enérgicos, firmes. La imaginación poética del poeta Anaya se sumerge en la imaginación poética del poeta Ginsberg para ofrecernos una versión leal de la voz augusta de Ginsberg, el joven estibador convertido con los años en uno de los más grandes poetas del siglo XX.
Allen Ginsberg no ha muerto, ni morirá, pues como bien señala Javier Rodríguez, aún existen motivos para aullar.