El antepenúltimo día de marzo de 1987, apenas unas cuantas semanas de que el abogado Mariano Piña Olaya tomara posesión del gobierno de Puebla, un escueto boletín de prensa anunciaba que el Variedades y el Coliseo, dos de los más antiguos y populares cines de la ciudad, serían donados al gobierno estatal transformados en teatro y centro de convenciones, respectivamente.
Casi un año después, el lunes 22 de febrero de 1988, ambas salas cinematográficas, que por años y años formaron parte de la vida de varias generaciones de poblanos, cerraron su puerta.