Estar a dieta es no poner a full la acción –la masticacción– de la mordedura. Pero, como la huelga, es un control de la acción que impide la continuidad productiva. No es posible digerir todo este mundo.
La política del recorte alcanza su plenitud en el escamoteo del ritual del banquete. El ritual de combate ahora pasa por quebrar la identidad entre digestión –parte fundamental del proceso nutricional– y producción. Pocos como del Pliego para corroer, mediante el uso de una orquestación verbal pretendidamente verdadera, desde adentro –como corroe el castor a dieta del poema– los subterfugios de dicción, los salvoconductos de “lo duradero”, la certeza ya demasiado posible y aceitada de una poesía de lo posible.
Eduardo Milán