El siglo XX ha comenzado a reconsiderar hábitos amatorios anteriormente reprobados. La nómina de perversiones freudianas, reinante en el siglo anterior, apenas logra abarcar hoy las prácticas sexuales corrientes. Y como siempre, son el arte y la literatura los que van abriendo las puertas por donde han de salir los prejuicios y las normas sociales de mayor rigidez.
El sadomasoquismo, esa forma de placer de tan mala prensa en épocas anteriores, hoy parece cobrar legitimidad. Y bajo ese amplio término, acuñado en el siglo XX para describir un tipo de relación en la cual dar y recibir dolor o humillación resulta placentero, los medios promocionan películas, libros, clubes privados o espectáculos que obtienen una llamativa aceptación.
Ello da cuenta de que, ensanchando o enriqueciendo las fronteras del "sexo convencional, la comunidad adepta al llamado BDSM (bondage, dominación, sadismo y masoquismo) ha crecido en proporciones geométricas.