"A todo escritor honesto le debe importar el alcance que sus palabras tienen con el público. Además, uno es gran parte testigo, personaje y juez de la época que le ha tocado vivir. Quien no refleja esto en lo que escribe es un escritor atemporal o intemporal que pudo haberse dado en culquier año de cualquier siglo, y que más valiera no se hubiera dado, ya que lo que él diga no tiene importancia. El escritor sí debe concientizar o iluminar, pero no con el propósito "de". Esto viene por sí solo. Si, en efecto, uno es capaz de transmitir la angustia o la alegría de este mundo, creo que se estará cumpliendo con una tarea muy elevada, digna del ser humano".