Después de un caminar, siguiendo los pasos de sus antepasados, Hubert Matiúwàa, autor de este libro, se cuestiona y nos expone: “¿Por qué llamar a los mè’phàà con el sobrenombre de gente piel?” Y a partir de ese andar el camino que recorrieron sus ancestros, camino que el recorrió en un viaje de aprendizaje y de catarsis, encontró que en México durante la época prehispánica a los mè’phàà se les llamó yopes o tlapanecos, en Nicaragua se les nombró maribios, sutiabas o sindio y en Costa Rica fueron los sebtevas. Y en ello descubrió una constante: sus rituales se relacionaban con la piel. Y es entonces que el autor se da a la tarea de recoger de la tradición oral y los registros existentes esa información que le permite responder a la pregunta de por qué llamar a los mè’phàà gente piel y ser en el presente. Y plantea: “Desde los horizontes epistémicos, la pedagogía oral, la ética, la poética y lo político, así como el habitar y la memoria, el libro…es un testimonio escrito en la piel de dos mundos, se circunscribe en su tiempo y se traduce el pensamiento para ser puente de diálogo entre la escritura/cicatríz mè’phàà y el español, la lengua hegemónica.” Concluye: “La piel es el lazo que une al tiempo prehispánico con el actual, un códice que nos revela el sentir mè’phàà para entender su fortaleza en el territorio de La Montaña de Guerrero”.