Algo inquietante acompaña el texto que el lector tiene en sus manos, algo que tiene que ver con una escritura que viaja entre la fruición del lenguaje, la erudición libresca, el ensayo literario, la teoría y la crítica institucional; algo, o tal vez tendría que decir alguien que, a fuerza de tensar el idioma, logra poner en vilo las ideas y el conocimiento. Si, en principio, los once ensayos que componen CARTOGRAFÍA DEL DESENCUENTRO no buscan una unidad temática y menos aún argumental, se despliega -quizá a pesar de la intención declarada de su autor- un síntoma (acaso un Sinthome) donde la letra busca amarrar al sujeto a un decir, a veces balbuceante, otras exuberante y muchas más fascinante.