Nacido en Tokio en 1867, Soseki vivió una adolescencia marcada por la desgracia y se volcó en los estudios hasta alcanzar una brillante formación intelectual. Licenciado en Lengua y Literatura Inglesas por la Universidad de Tokio, donde comenzó a ejercer la docencia. Su consagración literaria llegó en 1905 con su primera novela, Yo soy un gato y Botchan, en 1906, gracias a cuyo éxito abandonó la docencia y se centró en su carera de escritor y articulista. Alcanzó su cumbre literaria con El caminante (1912) y Kokoro (1914) obras de madurez que destacan por la honda caracterización psicológica de los personajes (novela psicológica) y el lúcido análisis de la sociedad nipona.
Si existe una obra en la literatura moderna japonesa capaz de producir en el lector una tensión psicológica tan profunda como para provocar una reflexión sincera sobre sus relaciones familiares y personales, esa novela es El caminante. Un hombre atrapado en sus relaciones familiares, que no parece encajar en ninguna parte, alienado y abatido, sumido en una lucha constante para encontrar la manera de obtener algo parecido a la paz interior.
El caminante narra la historia de un peculiar y sutil triángulo cuyos vértices conforman Jiro, su hermano Ichiro y la esposa de éste, Nao. Atrapados entre tradición y modernidad, los personajes deambulan por un Japón hambriento de cambio y de progreso que se enfrenta a una metamorfosis demasiado rápida. La angustia vital que atormenta al protagonista, Ichiro, es la de la soledad del hombre inmerso en una sociedad que avanza sin tregua, sin otorgar nunca un respiro. Su mujer, Nao, escoge el camino de la pasividad y del desafío silencioso y frío. Finalmente Jiro, cuyos gestos son imperceptibles susurros de amor velado hacia su cuñada, es testigo del desplome del frágil estado mental de su hermano: «Parecía un pez varado en la arena dando coletazos en su fútil lucha por la vida».
El caminante trasciende fronteras y refleja la angustia del ser humano moderno aislado irremediablemente de su familia y que lucha por desarrollarse plenamente en una sociedad cuyos valores tradicionales se desmoronan para abrir paso al individualismo que comienza a surgir en el nuevo Japón de comienzos del pasado siglo.