Mucho se ha escrito sobre el nazismo pero pocas han sido las novelas que han osado penetrar en la consciencia de un nazi. En "Las benévolas", Jonathan Littell nos ofrece el punto de vista del verdugo, el oficial de las SS Maximilien Aue, quien décadas después del fin de la Segunda Guerra Mundial narra en primera persona su participación en la guerra y en las masacres en el frente del este, cuando tenía entre veinticinco y treinta años.
Nazi convencido, sin remordimientos ni reproches morales, Aue asume su compromiso con la maquinaria criminal de Hitler, como miembro de los Einsatzgruppen, y por tanto como responsable de crímenes contra la humanidad, en Ucrania, en Crimea y en el Cáucaso. Narra su intervención en la batalla de Stalingrado hasta que es enviado a Berlín donde trabaja en el Ministerio del Interior bajo las órdenes de Himmler, y colabora en la puesta en marcha y ejecución de la 'Solución Final'.
Pero "Las benévolas" no es sólo una de las grandes novelas sobre el nazismo y la banalidad del mal. Es a la vez una indagación sobre el lado oscuro de las relaciones familiares y de las obsesiones sexuales.
Max Aue vive asaltado por el fantasma del incesto con su hermana y por su homosexualidad, razón de su entrada en las SS, y por el odio a la madre. De este modo, Historia y vida privada parecen entrelazarse en la fatalidad, al modo de la tragedia clásica. No en vano, el título de "Las benévolas" alude a "La Orestiada" de Esquilo.
"Electra" de Sófocles y "Vida y destino" de Vasili Grossman son otros clásicos con los que la novela de Jonathan Littell dialoga. "Las benévolas" fue galardonada con el Premio Goncourt y el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa.