MENDOZA BUSTAMANTE, MARCO ANTONIO
Mi padre me dio sus últimos treinta años de vida y yo le di a cambio mis primeros treinta. Platicamos mucho, escuchamos mil veces las mismas canciones de Agustín Lara, recitamos innume- rables poemas de amor y desamor, contemplamos repetidamente las mismas fotos amarillas, pasamos horas hablando de la vida y fuimos juntos a bolearnos los zapatos a la Floresta de Tulancingo... Caminé de su mano siendo un niño y él caminó de la mía siendo un anciano. Ésa fue nuestra mayor bendición.