Las auroras montreales es un canto polifónico a esa cosmopolita ciudad ubicada en Quebec, en el que concurren historias contadas desde las perspectivas de sus diversos habitantes: migrantes haitianos que hacen la limpieza en casas de blancos, habitantes cuyas familias por años han vivido allí y que ven con desconfianza a esos llegados de todas partes que “te quitan todo y se van”, pequeñoburgueses que por un momento creen tenerlo todo hasta que sucede algo inesperado, indigentes de primer mundo, descendientes de los pobladores originales que ahora vegetan inhalando pegamento.
Como telón de fondo está el referéndum celebrado en Quebec en 1995, en el que, por una escasa diferencia, prevaleció la voluntad de esta provincia de seguir perteneciendo a Canadá.
Pero más allá del conflicto de nacionalidades y migraciones, en los relatos de Las auroras montreales encontramos la vida, simple y llana, con sus dramas cotidianos y sus pequeñas alegrías, bajo la mirada de Monique Proulx, escrutadora y muchas veces irónica, pero llena de empatía por los personajes de sus historias y por lo que sus actos tienen de humano.