De todos los “estados civiles” que me ha tocado representar en la vida, el que más me ha tomado de sorpresa es el de ser abuela. Cuando era una niña me veía de novia, de esposa, de divorciada, de “arrejuntada”, de profesionista y hasta varias veces casada. Nunca olvidaré mi rostro al darme cuenta que los años viejos pasaban uno a uno y cuando menos te das cuenta los hijos empiezan a casarse, pero yo sinceramente estaba más preocupada por ser esa suegra perfecta y de repente fue ahí donde llego el primer nieto. Me conmovió enormemente el hecho de que fuera el primogénito de mi segundo hijo. No hay duda que su nacimiento provocó en mi muchos sentimientos que jamás imagine, pero igualmente, reflexiones de todo tipo. Desde ese momento me convertí en abuela. Esta certidumbre me provoca una cierta zozobra. ¿Saben por qué? por la enorme responsabilidad que implica el ser la abuela. Literaria Es un rol que me hace sentir muy importante. Es como si me acabaran de dar un nombramiento sumamente honroso.