En Anti-Humboldt, García Manríquez tomó el texto del TLCAN y eligió palabras y frases, algunas por página, para hacer una constelación de poemas. La técnica combina apropiación y borrado. Su selección se lee en negrita y el resto del texto en letras grises débiles. Lo hace con los textos en español e inglés del TLCAN.
Su primera dimensión es ofrecer una forma de leer el Acuerdo; Una forma peligrosa pero que ni la defiende ni la demoniza. Lo hace hablar y tartamudear, abriendo fisuras en él.
En su otra dimensión, se produce una escritura en la que el Acuerdo se convierte en una etapa para nombrar seres y describir relaciones; Una pantalla de entretejido.
El léxico del comercio, la fragmentación y la visión de García Manríquez logran algo que normalmente parecería difícil: hacer poesía citando artículos del TLCAN.
Una poesía paratáctica, que a veces parece hermética; Como si al resaltarlos, las piezas del TLCAN estuvieran gritando algo en segmentos.
Con anti-humboldt, García Manríquez abre un camino hacia una ecopoética cruel, un experimentalismo bilingüe y una nueva prosodia.