La violencia, el espíritu, el secreto y el sexo son los temas que intercambian las tres novelas reunidas en El triángulo imperfecto. A partir de un principio claro de contigüidad entre una y otras, se construye una aproximación al paisaje imaginario que entrelaza el mundo real con los fantasmas indecibles de que se nutre cada uno de nosotros.
La noche oculta entrega el lance de un personaje que va menos en busca de una verdad, que de una mentira primordial para justificar su vida, y donde los actos clandestinos de los demás se expanden como sombras contra los muros y los interiores de la vieja ciudad hasta arrojar los despojos de asesinatos sexuales, la saña de poderes siniestros, las historias olvidadas de la esoteria nazi y algunas sesiones espíritas que conducen a la develación del horror.
A su vez, El momento preciso recupera la voz de una muchacha en su trayecto hacia la oscuridad que encubre el enamoramiento más pleno, y cuyo impulso ciego incluye los tanteos transgresivos de la seducción de menores a través de la imagen y el secuestro de ella por el mal extremo.
Por último, Luna, Luna vislumbra las pasiones sexuales, las obsesiones fetichistas, la odoración del cuerpo femenino, el jugo de las entrañas, la sangre, el lenguaje que contagia al mundo y los transforma en sacrificio, al erigir una arquitectura de pliegues inquietantes entre el placer, el pánico y el crimen.
El triángulo imperfecto, en su zigzag de historia y voces narrativas, accede al sentido profundo de la literatura que prefigura la realidad hasta transformarla: allí donde la ironía, las anomalías, la perversión, lo conjetural, el deletreo de lo inaudito y la belleza se justifican por sí mismos.
