Las memorias ficticias de Zinovieva-Annibal destilan la brutal belleza de la vida rural en la Rusia pre-revolucionaria, una infancia rica en imágenes, sensaciones, y con espacio para la crueldad, el dolor, la belleza y el descubrimiento de la vida sensorial y sensual. Con una prosa cargada de empatía por el mundo que describe, pero encontrando sus resquicios más oscurecidos mediante una inaudita capacidad de concreción minimalista, Zinovieva-Annibal recuerda en su voluntad expresionista y su interés en la mujer a la prosa de la inglesa Virginia Woold. Las zonas más oscuras de la infancia son reveladas junto a una investigación de las dificultades encontradas durante sus años formativos por la mujer rusa de fin-de-siècle en una novela inolvidable.