Del realismo al cuento de terror, del lirismo más acendrado al humor más negro, de la pérdida del amor a la pérdida de la razón, a estos relatos los recorre, junto con la tensión y el horror, una como dolorosa impudicia, una intensidad de escritura que afila de manera casi insoportable la mirada clínica que el autor aplica a su tema. En estos relatos estremecedores, el narrador, el autor, la víctima, la presa, son el mismo ser inerme: como dice el epígrafe de Lichtenberg, “un corazón con testículos.