El título “Y sin embargo...” nos remite a la resistencia del pensamiento, además de a la permanencia de lo indomable detrás de lo que se puede dominar. Al reto impuesto por la tecnología —juzgada mendaz y embustera, ya que nos convence de que tenemos poderes de los que carecemos— se acompaña un reto aún mayor: uno de resistencia y aceptación de nuevas responsabilidades. La propuesta es buscar lo esencial auténtico de una humanidad perdida y encontrar una verdad no absoluta que procede de las relaciones entre las cosas —no de las cosas en sí—, y entre las cosas y los saberes que se acercan a su comprensión: la filosofía, la arquitectura, la poesía y la literatura.