Esta es la confesión de un delator compulsivo que, saltándose las reglas del juego del escondite, mira a los lados mientras cuenta; la de un adicto al lenguaje que, con un ojo en la página y otro en el mundo, escurre la realidad hasta estrangularla, poniéndose con ese gesto en evidencia a sí mismo y a los otros, cuidadosamente escondidos en forma de casos de los que se sirve para analizar la complejidad del binomio acción-parálisis en la vida y en el arte.
Vulnerario nace del malestar y despliega una reflexión acerca del hecho artístico que surge a partir de una relación insatisfactoria con esa realidad y sus límites. Una disección de lo cotidiano que permite ver, pues ser artista —explica Jon Mikel Euba— no consiste tanto en decir como en ver, en hacer visible. Este libro es un experimento completado contra sí mismo que narra la pelea con la escritura y desvela un particular método de creación en el cruce entre lo individual y lo compartido que, a través de la figura del contrastante, funciona a su vez como cartografía del contexto artístico del autor. Vulnerario diagnostica una dolencia y es al mismo tiempo el instrumento para su curación.