Hablar de la obra de Juliana es tan sencillo como verla reír, o tan complicado como intentar peinar su bella melena. Su obra es dura y juguetona, hasta el punto de dejarnos una sonrisa amarga pintada en la cara. Sus particulares personajes son un regalo para el actor: tan deliciosos y enigmáticos como un beso flaco con sabor a tamarindo.
Una obra local, hecha por una caleña que sabe que primero fue lunes que martes y por eso ha dado este primer paso hablando de lo suyo, y que, sin embargo, nos recuerda que en todos lados hay tanta hambre y miseria como para hacer un banquete con ratas emplumadas.
Un desafío para el director: un texto ágil, sugerente, multimedial, fragmentado, denso, local, concreto y repleto de metáforas. ¡¡¡Más posmoderno pa´ dónde!!! Vuélame los sesos es una pelea a ocho rounds para reír y llorar por knock out.
Kike Castañeda.