La escritura de Armando Alonso sucede en un tiempo abierto, tiempo esférico, sanguíneo y arenoso, tiempo que gira dentro de un sonido que todo lo crea. Su palabra es sonora, cadenciosa, álgida luz que se abre ante nosotros gutural y memoriosa.
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información