Siempre es un regocijo leer a Arnoldo Kraus. Su extraordinario corazón y su prosa a la vez elocuente y sencilla nos enseñan a buscar en el mundo la ética de lo impredecible. Encontré en este libro la nitidez de una memoria llena de fascinación por los demás apareciendo como milagros de su vida. Anda por él un tesoro de hallazgos. Es un lujo acompañar su mundo. Alegra, emociona y otra vez nos reta con su valor y su inteligencia. —Ángeles Mastretta
Novela. Memoria. Historia. Reflexión. Arnoldo Kraus transita de la tercera persona, que da cuenta de una historia familiar rota por la guerra, la persecución y el purismo racial, a la voz femenina que relata, en permanente diálogo consigo misma, su propia historia en los países de adopción de sus padres desterrados. Novela porque parte de una realidad que la ficción ahonda, revela y desentraña. Memoria porque la palabra recupera el tiempo transcurrido para hacer de él un presente perpetuo. Historia porque la vida familiar queda determinada por las coordenadas que le impusieron el tiempo y el espacio. Reflexión porque por sus páginas campean los temas universales de la vida, el tiempo, el lenguaje, la amistad, el amor, la enfermedad, el dolor, la muerte, la dualidad ontológica y la propia escritura. Obra, en fin, desgarradora, íntima, profunda, amorosa. —Gonzalo Celorio
Olivia (¿Arnoldo Kraus?) realiza un recorrido serpenteante y reflexivo sobre la vida y sus dilemas. Se trata del universo subjetivo que modela su historia familiar, el exilio de sus padres, la fugacidad de los acontecimientos y que se detiene en muy distintas estaciones: la enfermedad, las relaciones personales, la agonía, el dolor, la muerte. Un desasosiego permanente recubre el ejercicio introspectivo que devela no sólo la complejidad de la existencia, sino su extrañeza. —José Woldenberg